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El Espirituano

Reaniman barrios del centro histórico de Trinidad

Reaniman barrios del centro histórico de Trinidad

La ciudad de Trinidad, Patrimonio Cultural de la Humanidad, celebrará en el 2014 los cinco siglos de su fundación.   En esa urbe del sur de la provincia de Sancti Spíritus se acometen acciones para reanimar los barrios del centro histórico y mejorar las condiciones de vida de sus habitantes.

Donde antes había un espacio baldío, quedará listo un bello parque infantil.    Es el comienzo de la transformación del barrio de La Popa, ubicado en una zona de tránsito hacia el centro histórico de la ciudad de Trinidad, declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Por ahora los niños se acercan para mirar con curiosidad el enorme elefante que ya se erige en el centro del parque, y la gente de la Popa observa atónita cómo, en apenas unos días, los trabajadores de la Empresa de Conservación y Restauración de la Oficina del Conservador de la ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios, han hecho posible el “milagro”.

Y mientras los albañiles dan los toques finales a varios objetos de obra y los pintores llenan de animales y personajes infantiles las paredes, varios grupos de turistas transitan a caballo por las calles empedradas rumbo a la Plaza Mayor, observando con asombro vetustas viviendas y apresando con su cámara un momento seguramente irrepetible en sus vidas:      han retrocedido siglos en una urbe detenida en el tiempo.

“La construcción de este parque infantil tiene una gran significación, porque está enclavado a escasos 200 metros de la Iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria de La Popa, una pequeña ermita del siglo XIX, y muy cerca también del futuro Hotel Pansea, que será el segundo con categoría Cinco Estrellas de la villa”, precisa Víctor Echenagusía, especialista de la Oficina del Conservador de la ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios.

La Popa es un barrio con un deterioro acumulado por años, en los que no recibió acciones de mantenimiento sistemáticas, y ese es el panorama que la institución que Echenagusía representa está resuelta a cambiar.

“Además de la inserción del parque infantil, las viviendas del entorno resultarán beneficiadas a través de distintos programas de intervención para mejorar su imagen urbana”, apunta.

UNA CIUDAD COLORIDA

La reanimación de La Popa NO es un hecho aislado.   Quien camine hoy sobre las chinas pelonas (piedras) del centro histórico de Trinidad, llenará su vista con una amalgama de colores que han revitalizado la imagen de grandes, medianos y pequeños inmuebles construidos durante la época colonial.

Durante los dos últimos años la Oficina del Conservador de Trinidad y el Valle de los Ingenios, con el apoyo financiero de la Junta de Andalucía, de España, y de la también ibérica VINCORSA, de Córdoba, acometió la rehabilitación integral de más de 150 viviendas de los barrios de Las Tres Cruces y Santa Ana, ambos con gran valor patrimonial y con un alto grado de deterioro.

“Este ha sido un programa de rehabilitación que ha permitido no sólo mejorar la visualidad del entorno, sino también la calidad de vida de los habitantes de ambos barrios, pues se ha intervenido de manera integral en sus viviendas; estamos hablando de reordenamiento interior de los espacios, arreglo de baños, cocinas, habitaciones, y una mejoría de la imagen urbana de las dos zonas”, explica Víctor Echenagusía. 

El especialista agrega que se ha trabajado de forma simultánea en pequeños segmentos urbanos de Trinidad.      Actualmente las labores están muy adelantadas en el llamado Callejón del Estrecho, una arteria empedrada que tiene a ambos lados viviendas modestas, habitadas por personas de bajos ingresos.

En la zona se cambió toda la carpintería que se encontraba en mal estado, se arreglaron techos y aleros, se resanaron las fachadas y se pintaron con distintos colores todas las casas.

“Los vecinos estamos muy contentos porque el Callejón del Estrecho ha quedado muy bello, maravilloso”, exclama sonriente Enilde Quesada, una de las vecinas a las que se le cambió la carpintería de su hogar.

                         A LAS PUERTAS DEL CUMPLEAÑOS 500

La ciudad de Trinidad cumplirá sus primeros cinco siglos en el 2014.     Un buen pretexto para proseguir la reanimación urbana y la restauración de algunos de los inmuebles más emblemáticos de la tercera villa fundada por los españoles en Cuba.

Recientemente fue restaurada la casona colonial que perteneció a la familia Padrón, erigida en la primera mitad del siglo XVIII y sede del Museo de Arqueología Guamuhaya.

Esa edificación, que permaneció cerrada durante diez años por su alto grado de deterioro, fue sometida a una reparación capital, que incluyó el mejoramiento de los techos, la restauración de sus pinturas murales y un nuevo montaje museográfico que favorece la perdurabilidad de las colecciones.

Otro inmueble que se rehabilita es el Palacio Cantero, actual Museo Municipal de Historia, considerado por muchos como la casona más majestuosa de Trinidad.

Allí jóvenes graduados de la Academia de Artes Plásticas Oscar Fernández Morera acometieron la restauración de las pinturas murales de los exteriores y del patio interior, que fueron hechas por artistas populares trinitarios.

De esa forma se devuelve la imagen original a la típica casona del siglo XIX, símbolo de la opulencia que llegó a alcanzar la llamada sacarocracia durante el período de mayor auge de la producción azucarera en el Valle de los Ingenios.

En estos momentos la Oficina del Conservador de la ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios está concluyendo su proyecto de manejo de todo el centro histórico.     Durante los próximos meses deben proseguir la reanimación urbana, a escala de pequeños barrios, y también las acciones en inmuebles de gran valor patrimonial, entre ellos la Casa Malibrán, exponente de la arquitectura del siglo XIX, que se convertirá en un centro de documentación sobre el patrimonio cultural trinitario.

“El Aniversario 500 de la fundación de nuestra querida villa no constituye una meta, sino un punto de continuidad en el noble empeño conservar una ciudad única y mejorar la calidad de vida de la gente que la habita”, concluye Echenagusía.

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