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El Espirituano

Recogida de aceites usados: responsabilidad por el futuro

Recogida de aceites usados: responsabilidad por el futuro

Los aceites lubricantes usados se consideran desechos peligrosos, según el convenio de Basilea, de 1989, del cual Cuba es signataria. En la provincia de Sancti Spíritus se impulsa la recogida de esos aceites, para mezclarlos con el crudo cubano en la fábrica de cemento Siguaney, medida que puede tener un gran impacto económico y medioambiental.

Cada vez que a un vehículo se le cambia el aceite lubricante, el producto ya usado no se utiliza más porque perdió sus propiedades.

Lo que muchos desconocen es que ese aceite usado, tanto en medios de transporte automotor como en grupos electrógenos, es un desecho peligroso. Así lo establece el Convenio de Basilea, del cual Cuba es signataria.

“Los aceites lubricantes usados se consideran desechos peligrosos porque contienen partículas de metales pesados, compuestos aromáticos, residuos de aditivos y otras sustancias nocivas para la salud de las personas y para el medio ambiente en general”, explica David Calzada, especialista en regulación ambiental de la Unidad del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente en la provincia de Sancti Spíritus.

Un litro de aceite lubricante usado puede contaminar un millón de litros de agua, por ejemplo, si llega al manto freático. Tal cálculo confirma la importancia de recoger ese desecho, que en Sancti Spíritus tendrá como destino los hornos de clinker de la Fábrica de Cemento Siguaney.

Los aceites lubricantes usados que se deben recolectar son los de motor (todos), los de transmisión (todos) y los industriales (circulación, hidráulicos, reductores, turbo y refrigeración).

La Resolución 136 del 2009, del CITMA, que regula el manejo integral de desechos peligrosos, establece que las entidades tienen que recoger sus aceites usados y preservarlos adecuadamente.

Las empresas grandes generadores deben solicitar la recogida a la entidad comercializadora de combustible en Sancti Spíritus, la Unión Cubapetróleo (CUPET), y aquellas que tengan pocas cantidades harán el traslado por medios propios hasta la Refinería Sergio Soto, de Cabaiguán, que es la industria encargada de almacenar los aceites usados antes de su envío a la Fábrica de Cemento Siguaney.

Según el ingeniero Carlos Blanco, especialista en gestión ambiental de la Refinería Sergio Soto, en esa industria “se prevé la adquisición de dos bombas para mejorar la recepción, carga y almacenaje, y a la vez asegurar la calidad del aceite usado que se enviará a la Fábrica de Cemento Siguaney, garantizando bajos contenidos de agua y de sólidos”.

Durante el 2010 en Sancti Spíritus se han recogido 23 mil litros de aceites lubricantes usados, pero se calcula que al año es posible acumular quince veces más. Todo parece indicar que los organismos no le han dado a la actividad la prioridad que merece. Hoy sólo 20 empresas le han solicitado a la Unidad del CITMA la licencia ambiental requerida.

“Por estos días realizamos inspecciones integrales, fundamentalmente a los organismos grandes generadores de esos desechos”, apunta David Calzada. “Estamos aplicando el instrumento coercitivo que es el Decreto Ley 200 Contravenciones en materia de Medio Ambiente, con el objetivo de sancionar a las entidades incumplidoras”.

Pero lo que se quiere no es penar a las empresas, sino que todo el aceite usado se coprocese, o lo que es lo mismo, se mezcle con el crudo cubano en los hornos de clinker de la Fábrica de Cemento Siguaney. Allí a 1 600 grados Celsius, el desecho se elimina de forma segura, y no es esa la única ventaja.

“Cuando se mezclan estos desechos peligrosos con el crudo cubano, que es el combustible empleado en los hornos de clinker, se reduce el porcentaje de azufre que tiene ese crudo por debajo del 6 porciento, lo que indudablemente tendrá un beneficio para el medio ambiente, al emitir menos gases contaminantes a la atmósfera”, refiere Adalberto Ventura, especialista en medio ambiente de la Fábrica de Cemento Siguaney.

Esa industria, ubicada en el municipio de Taguasco, ahorra alrededor de 200 pesos (moneda nacional) cada vez que sustituye una tonelada de crudo cubano por aceites usados y lodos de grupos electrógenos.

Recoger esos desechos es, entonces, una actividad de gran alcance económico y medio ambiental, que ojalá todas las empresas asuman con seriedad.

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