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El Espirituano

Historia de un parque entrañable

Historia de un parque entrañable

El parque Serafín Sánchez es considerado el corazón de la ciudad de Sancti Spíritus.    La imagen actual de ese espacio público es muy diferente a la de sus inicios a finales del siglo XVII.    Para el próximo año también se anuncian cambios, en ocasión del aniversario 500 de la villa del Espíritu Santo.

Sancti Spíritus, la cuarta villa fundada por los españoles en Cuba, está a punto de cumplir cinco siglos.      Entre sus sitios emblemáticos sobresalen la Iglesia Parroquial Mayor, el Puente sobre el río Yayabo y el Teatro Principal.   Sin embargo, ninguno ha sido tan concurrido en las últimas décadas como el Parque Serafín Sánchez.

“Desde hace muchos años es el centro recreativo y cultural de nuestra ciudad, el lugar al que más gente acude diariamente, al que más nos gusta venir”, dice José Cabrera, un espirituano que a menudo se sienta a conversar con amigos, o simplemente a descansar, en las viejas sillas de metal diseminadas por todo el parque.

Lo que desconoce José, y probablemente la mayor parte de los cientos de lugareños que diariamente transitan por el principal espacio público de la villa del Espíritu Santo, es que sus orígenes se remontan a fines del siglo XVII, cuando allí se erigió la ermita de la Veracruz, que a partir de 1716  estuvo acompañada del convento de San Francisco, regido por la orden monástica más numerosa en América durante aquellos años.

Frente a los templos se encontraba la llamada Plaza de San Francisco o Plaza del Convento, que tuvo un carácter religioso que luego cambió, cuando se dispuso ubicar allí el mercado  de la ciudad y la Real Factoría.    El lugar se fue rodeando, poco a poco de casas con portales y de colgadizos, que más tarde, en el siglo XIX, fueron remodeladas.

“La antigua Plaza de Armas era un sitio muy distinguido, donde se tocaban retretas y por la mañana las tropas ejecutaban sus ejercicios, es decir, que era una zona muy jerarquizada, muy importante, a la que acudían las personas más encumbradas”, refiere María Antonieta Jiménez Margolles, la historiadora de la ciudad de Sancti Spíritus, quien durante muchos años ha investigado todo lo terrenal y divino acerca de las construcciones espirituanas.

María Antonieta precisa en un libro sobre las construcciones espirituanas que, en su momento de mayor apogeo, ya la plaza de San Francisco estaba escoltada por las dos vías más importantes de la ciudad:   la calle de igual nombre (hoy Máximo Gómez) y la calle Real (Independencia).      Apunta la investigadora que en ambas arterias distinguidas familias edificaron sus residencias y también por ellas “desfilaban actividades festivas, entierros, procesiones; pero fue sobre todo la calle Real el eje religioso, administrativo y comercial del pueblo”.

Venturas y desventuras de una iglesia y un convento

Muchas veces en más de 200 años la iglesia y el convento que estuvieron emplazados en el espacio que hoy ocupa el parque Serafín Sánchez sufrieron deterioro y fueron remodelados.

Según la cronología del Parque Serafín Sanchéz,, publicada en el libro sobre construcciones espirituanas, la primera desventura del convento fue en 1800.    Entonces el estado del templo era ruinoso, y se comunicó al Cabildo que “los techos necesitan reparación y se les pide a los deudores del convento que realicen los pagos”.    El convento fue reparado en 1811.

En 1825 la edificación se restituye a los franciscanos y se repara, y al año siguiente en su planta baja se establece un cuartel de infantería, al tiempo que el Comandante de Armas facilita dos celdas para escuelas, una primaria y otra de latinidad.

A principios de la década del 30 del siglo XIX se planteó que la edificación estaba deteriorada y se pidió hacer una colecta para remozarla.  Luego, en 1840, el convento fue declarado propiedad del estado y pasó a poder de la Real Hacienda.   Dos años después se convirtió en cuartel de caballería.     Fue a mediados de esa década cuando la Plaza del Convento se convirtió en Plaza del Recreo (también llamada Plaza de Armas en algunos documentos). 

Mientras, la ermita de la Veracruz permanecía cerrada.     En 1853 se edificó su frontis con dinero ofrecido por el escribano José del Puerto, y más tarde, en 1860, la compañía de Jesús compró la ermita y también el convento.    Este último, una vez reparado, se inauguró como el colegio jesuita Sagrado Corazón de María.    Luego, en 1877, la ermita reabrió sus puertas convertida en iglesia.

Sin embargo, en 1888 fue cerrado el Colegio Sagrado Corazón de María.    Años después, al reiniciarse la guerra de independencia, la planta baja del convento fue ocupada por el Casino Español y la iglesia es convertida en Hospital Militar y depósito de municiones.   Según la cronología, la plaza se encontraba “sucia, con los jardines abandonados y la fuente seca”.

En 1899 se comunicó al alcalde sobre el mal estado de la iglesia: amenazaba la seguridad pública y estaba infectada de fiebre amarilla.    El 4 de abril se ordenó prenderle fuego para evitar daños a la salud y aunque su demolición fue suspendida, se reanudó meses después.

El 30 de octubre la alcaldía acordó sustituir el nombre de Plaza del Recreo por Plaza Serafín Sánchez.    Sobrevinieron años de indefiniciones en cuanto a las labores constructivas y el espacio perdió, a juzgar por las fotos de la época, parte del encanto que hasta entonces había tenido.

El fin de aquella etapa se aceleró cuando en 1911 se suspendió el crédito para reparar el convento, que fue demolido para construir un nuevo parque, que seguiría llevando el nombre el Mayor General que combatió en las tres guerras de independencia contra el colonialismo español.

Modernidad en el corazón de la cuarta villa

Cuenta María Antonieta Jiménez Margolles, quien guarda con celo decenas de fotos del principal espacio público de la villa del Yayabo, que el parque Serafín Sánchez quedó concluido en 1914, según consta en Actas Capitulares, y ese mismo año se ofrecieron premios de hasta de 1000 pesos a quienes ejecutaran los mejores proyectos modernos para el entorno.

También fueron pavimentadas las calles que lo circundaban y un acuerdo del Ayuntamiento estableció vender terrenos a los dueños de los edificios de la calle San Pablo (hoy Antonio Guiteras) para que añadieran portales de uso público, con el fin de contribuir al ornato del área urbana.

Terminado el parque, en sus alrededores se erigieron nuevas edificaciones y se modificaron las de la época colonial.

“Los domingos y los jueves las mujeres caminaban siempre, en una dirección y los hombres venían en dirección contraria para encontrarse.    Cuando un hombre quería pasear con una mujer le  hacía un círculo con su dedo, señal de que la convidaba a dar una vuelta”, refiere María Antonieta.

Aunque el parque Serafín Sanchez ha sufrido en casi un siglo algunas modificaciones, la glorieta y sus sillas adoloridas (algunas con los metales un tanto retorcidos) siguen siendo elementos distintivos.

De la misma manera, con más o menos cambios, perduran prácticamente las mismas edificaciones de variados estilos que fueron construidas en el entorno del parque hasta principios de la década del 30 del pasado siglo, entre ellas la casona colonial que sirve de sede al Museo Provincial de Historia, los hoteles Plaza y Perla, la Casa de la Cultura, el actual cine Conrado Benítez, la Ranchoelera y la Biblioteca Rubén Martínez Villena.   

Jubileo con un parque distinto

Cuando el próximo año la ciudad de Sancti Spíritus celebre los 500 años de su fundación, sus habitantes acudirán a un parque Serafín Sánchez bastante transformado.

“Va a ser un parque de mucha mayor extensión, que va a disponer de mayor área de paseo, disfrute e intercambio social”, explica Roberto Vitlloch, Director de la Oficina de Monumentos de Sancti Spíritus y uno de los gestores del proyecto Visión 500, dirigido llegar a las celebraciones del 2014 con una ciudad más bella y funcional, con numerosas viviendas y otros inmuebles patrimoniales restaurados.

Según Vitlloch, el parque dejará de tener su muro perimetral y cubrirá parte del espacio por donde transitan los vehículos.     Además, las sillas antiguas se concentrarán en el centro (como símbolo del pasado) y se ubicarán bancos que no desentonen con el ambiente urbano.

El proyecto prevé también contar con una glorieta más amplia y baja, que facilite la comunicación del público con los músicos, y seguir rescatando la imagen de las edificaciones aledañas.

Así en el 2014 palpitará mejor el corazón de una villa con medio milenio de existencia, cuyos habitantes seguramente entonarán canciones e himnos de amor y fidelidad a su ciudad en el parque más entrañable de sus vidas.

1 comentario

waldo_cuba -

Buena investigación histórica. Felicidades