Blogia
El Espirituano

Plantas ornamentales: elixir para la vida

Plantas ornamentales: elixir para la vida Dos familias del municipio espirituano de Cabaiguán se dedican a coleccionar plantas ornamentales y flores, un hobby que les proporciona paz y enriquece su espiritualidad.


¿Quién no ha sucumbido alguna vez ante la exquisita belleza de un cactus, una flor o un helecho?

Desde épocas remotas el hombre ha sabido no sólo admirar el esplendor de las plantas, sino también utilizarlas con fines diversos, entre ellos la decoración de su entorno más inmediato (las viviendas, las calles, etc.) o de todos aquellos lugares que por distintos motivos (religiosos, festivos o históricos) debían ser engalanados.

Bien conocidos son los jardines japoneses, (que embellecían los monasterios budistas y los palacios), y los Jardines Colgantes de Babilonia, una serie de terrazas ajardinadas que formaban una especie de montaña artificial y que son considerados una de las siete maravillas del mundo antiguo.

La importancia de las plantas ornamentales se ha incrementado con el desarrollo económico de la sociedad, el aumento de las áreas ajardinadas en las ciudades, y el uso de plantas de exterior e interior por los particulares. Hoy en el mundo hay más de 3 mil especies consideradas de uso ornamental.

Muchos hogares de Cuba están adornados con ejemplares de la flora tropical e incluso con plantas exóticas que milagrosamente se adaptan al clima de la isla. El movimiento de la agricultura urbana, impulsado por el Ministerio de la Agricultura, incentiva el cultivo de plantas ornamentales y flores, un hobby que cada vez se toman más en serio muchas familias de Sancti Spíritus.

MEDIO SIGLO PROMOVIENDO BELLEZA

Quien observe desde la calle el techo de la casa de Julio Sanz, en la ciudad de Cabaiguán, seguramente se sorprenderá por tanta vegetación. Si decide entrar entonces será testigo de un milagro.

Desde el patio de la vivienda, que por momentos parece una jungla, se accede a la azotea, donde existen más de 200 especies de plantas ornamentales y flores.

“Uno sube aquí y le parece que está en un bosque, se respira aire puro y sobreviene la alegría de ver las plantas florecidas”, expresa Julio Sanz, un hombre que durante muchos años fue cartero, pero hoy dedica la mayor parte de su tiempo a coleccionar plantas.

Julio es fiel seguidor de una tradición que inició su abuela, prosiguió su madre, Iraida Argilay, y hoy enorgullece a toda la familia. Baste mencionar que su amplia colección de plantas incluye medio centenar de variedades de cactus y suculentas y más de 20 clases de orquídeas.

“Voy a otras provincias, visito a personas que se dedican al cultivo de plantas ornamentales, intercambio especies y hasta yo mismo he logrado reproducirlas”, explica Julio.

En el techo de la casa el visitante puede encontrar plantas que muchos desearían tener: la estrelitzia reginae, conocida como Ave del Paraíso por su semejanza a un pájaro; las petunias, de difícil adaptación al clima de Cuba; la Violeta de los Alpes, que sólo florece en abril, y el Cactus de Navidad, que lo hace en diciembre. Todas reciben diariamente atenciones culturales, se aplica el humus de lombriz y no se descuida el control biológico para evitar plagas.

“Son todas tan bellas que la familia no escatima tiempo para atenderlas. Trabajamos todos, mi hijo, mi esposo, mis nietas. Hasta los vecinos vienen a ayudarnos, y es común que nos reunamos en el patio para tomar café y conversar. Y es que a todos nos agrada mucho este ambiente”, manifiesta Iraida Argilay, una mujer de avanzada edad que sube cada día al techo de su casa para regar las plantas y flores.

El Grupo Nacional de la Agricultura Urbana confirió al lugar la categoría de Patio de Excelencia. Se premia así no sólo el valor y la belleza de la colección de plantas ornamentales y flores, sino también la perseverancia de una familia que irradia amor por la naturaleza y la vida.

UNIÓN DE AMOR Y FLORES

Cuando se llega al patio de Ana Luisa Acosta y Manuel Torres, el visitante sucumbe ante tanto verdor.

Fue hace nueve años cuando este matrimonio del municipio de Cabaiguán comenzó a coleccionar plantas ornamentales y flores, para dar un toque de originalidad a la vida familiar. Hoy tienen en su hogar más de un centenar de especies, la mayor parte de ellas adquiridas y conservadas con mucho esfuerzo.

“Llegamos a veces cansados del trabajo, realizamos las tareas del hogar y no hay un día que dejemos de atender las plantas”, apunta Ana Luisa. “Incluso a veces por las noches debemos estar atentos a la dirección del viento para fumigar cuando necesitamos controlar una plaga o simplemente prevenirla”.

Ana Luisa es trabajadora del Instituto Nacional de la Vivienda en Cabaiguán, y su esposo Manuel labora en el taller de la base de ómnibus urbanos de ese municipio. Ninguno de ellos imaginó que un día se adentrarían tanto en el mundo de las plantas.

“Nos relacionamos con personas que tienen mucha experiencia en estos menesteres y nos facilitan bibliografía. También nos han indicado cómo usar los productos biológicos y cómo preparar la tierra. Con el tiempo nos hemos apropiado de muchos secretos”, dice sonriente Manuel.

La vida del hogar ya no se concibe sin el ambiente de plantas naturales. Hasta un patio interior se va llenando poco a poco de cactus, flores, helechos y elementos de naturaleza muerta.

“Toda la familia coopera”, asegura Ana Luisa. “Nuestro hijo nos ayuda a limpiar el patio y a sembrar plantas. Los amigos nos visitan y no es raro que cenemos o celebremos cualquier fecha en el patio, respirando el aire puro que emana de este ambiente”.

El patio de Ana Luisa y Manuel ostenta la categoría de Candidato a Referencia Nacional en el movimiento de la agricultura urbana. Ahora el matrimonio cabaiguanense se propone ampliar la colección y terminar de clasificar las variedades, que es la mejor manera de seguir alimentando una afición que ya es parte inseparable de sus vidas.


1 comentario

jorge -

como se llama la planta que esta en la fotografia, hce poco me regalaron una igual y no se su nombre