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El Espirituano

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El señor de los Vinos

El señor de los Vinos

     Noel Morales Rojas es uno de los productores de vinos más emblemáticos de Cuba.     Recientemente recibió la Triple Corona, el máximo galardón que otorga el Grupo Nacional de la Agricultura Urbana.

     Con su techo completamente cubierto por la vid, el hogar de Noel Morales Rojas en uno de los más singulares no sólo del municipio de Cabaiguán, sino también de toda la provincia de Sancti Spíritus, en el centro de Cuba.

     Allí, bajo la sombra de las plantas trepadoras, Noel acostumbra a sentarse plácidamente con su esposa Inés María y sus hijos Noilán y Nandy, para catar los vinos elaborados en casa.

     “No importa que en el trópico no abunden los viñedos, yo decidí ser fiel a la tradición de mi familia canaria, y creo haber demostrado que en esta isla se pueden obtener vinos de gran calidad”, dice Noel.

     La pasión por la vinicultura la heredó, en primera instancia, de sus abuelos oriundos de San Bartolomé, en Lanzarote, Islas Canarias.   Ellos se asentaron en el año 1933 en tierras de Remedios, en el centro de Cuba.    Después Agapito Morales y Ramona Pérez, los padres de Noel, siguieron fabricando vinos y trasladaron a su hijo la tradición.

     Noel comenzó a practicar la vinicultura de forma artesanal en 1972, y desde entonces adquirió, junto a su esposa Inés María, una sabiduría bien contenida en las bebidas de la marca “Don Noel”.

     Fundador y presidente de la Unión de Clubes de Vinicultores de Cuba, ha obtenido 38 medallas de oro y cinco veces el Premio al Mejor Vino en los certámenes que ese gremio celebra anualmente.    Un palmarés que puede enriquecerse, con los vinos que hoy guarda celosamente en su bodega.

      “En estos momentos tengo vinos elaborados desde 1998, todos seleccionados con mucho rigor y cuidados con esmero, porque esos son los atletas nuevos que me representarán en las próximas competencias”, apunta.

     En la pequeña industria que Noel Morales ha preparado en el patio de su casa se obtienen anualmente más de 40 000 botellas de vinos de 8 variedades, incluidos los tradicionales cubanos (secos, semisecos, dulces y semidulces) y los de carácter internacional (blancos, rosados, tintos y espumosos).

     Aunque al principio elaboró sólo vinos de uvas, luego comenzó a fabricar bebidas con frutas tropicales como guayaba, frutabomba, naranja, piña, marañón, carambola y tamarindo.    Cada producción estaba precedida por rigurosos exámenes de laboratorio, que permitieron determinar las cantidades idóneas a emplear de cada fruta.

     Los vinos de la marca “Don Noel” se comercializan con gran aceptación en puntos de venta y ferias agropecuarias de los distintos municipios de Sancti Spíritus, así como en la Casa de la Miel de la capital provincial.

     “Cuando las personas se enteran de que soy el creador de los vinos “Don Noel”, enseguida sonríen y me manifiestan su cariño, y eso me ayuda a vivir y me incita a poner todo mi empeño para obtener bebidas que satisfagan a los clientes más exigentes”, dice Noel.

     Al reconocimiento social se sumó recientemente el otorgamiento de la Triple Corona, máximo galardón que otorga el Grupo Nacional de la Agricultura Urbana, que dirige el doctor Adolfo Rodríguez Nodals.

     “Para obtener la Triple Corona desplegamos una ardua labor en los últimos dos años y medio, que incluyó el incremento de la producción en un 30%, una mejoría en la presencia de nuestro producto y técnicas novedosas en la clarificación, con la finalidad de aumentar la brillantez de los vinos”, explica

     Y ese afán por alcanzar la perfección es, quizás, el principal legado de Noel Morales a sus hijos Nandy y Noilán, decididos ya a mantener la tradición vinícola de su familia.  

     “Podré dejar de existir yo, pero los vinos Don Noel Van a seguir”, sentencia el que es considerado por muchos el mejor vinicultor de Cuba.

 

Hermanos de pura sangre

Hermanos de pura sangre

La donación voluntaria de sangre es uno de los actos más generosos promovidos por los Comités de Defensa de la Revolución (CDR). En la provincia de Sancti Spíritus viven dos hermanos que desde hace muchos años brindan su sangre para salvar vidas humanas.

 

La espirituana Rosmary García Reyes salvó su primera vida un día de marzo de 1981, cuando estudiaba en la provincia de Camagüey.

“Una compañera de aula sufrió un accidente y buscaban desesperadamente a alguien que tuviera el grupo sanguíneo AB positivo”, recuerda. “No vacilé un instante en brindar mi sangre y mi amiga se salvó”.

Varios años antes Ernesto, uno de los hermanos de Rosmary, había realizado su primera donación.   

“Estaba escuchando Radio Sancti Spíritus, cuando unos de sus locutores hizo un llamado para donar sangre, porque había ocurrido un accidente y el número de heridos era alto. Fui de inmediato y desde entonces me he mantenido como donante voluntario.

En circunstancias parecidas ambos ofrecieron su sangre para salvar a otros seres humanos. Hoy reconocen que tuvieron una inspiración común.

“Seguimos el ejemplo de nuestro padre”, afirma Ernesto. “Durante muchos años fuimos testigos de cómo él donaba sangre sistemáticamente”.

Los hermanos García Reyes saben que forman parte del pequeño porcentaje de seres humanos que tienen el grupo sanguíneo AB positivo. Por eso durante muchos años su gesto ha sido doblemente valioso.

“En una ocasión, cuando hacía sólo dos meses que había donado, vinieron a verme para que brindara mi sangre a una niña que estaba muy grave.   Enseguida di mi consentimiento y la pequeña se salvó. Fue uno de los días más importantes de mi vida”, asevera Ernesto. 

Rosmary también tiene momentos que nunca olvidará. “Hace muchos años, después de un terremoto que hubo en Perú, solicitaron por la radio y la televisión que se donara sangre. Siempre he tenido la certeza de que mi actitud posibilitó salvar alguna vida en ese país”.

Ernesto García Reyes ha realizado ya 70 donaciones de sangre y su hermana Rosmary 58. Tales cifras los sitúan entre los espirituanos más sobresalientes en esa actividad promovida por los Comités de Defensa de la Revolución.

“Es un orgullo como cubana y mujer. También es un honor que la nuestra sea una de las familias más destacadas del país en las donaciones de sangre”, apunta Rosmary.

Sancti Spíritus supera este ano las 16 mil donaciones de sangre de forma voluntaria. Es una de las razones que permitió a la provincia alcanzar la categoría de Destacada en la Emulación Nacional de los CDR. El mérito mayor corresponde a personas generosas, como los hermanos García Reyes, que no dejarán de extender sus brazos.

 “No sentimos bien y seguiremos donando nuestra sangre, que equivale a donar vidas”.

 

A solas con la madera

A solas con la madera Un laureado tallador de madera de Sancti Spíritus explica sus motivaciones artísticas y la complejidad del trabajo que realiza. Ramón Herrera Morales es hoy uno de los artesanos artistas más sobresalientes del centro de Cuba.


Cada obra que termina sorprende y despierta elogios. Muchos se preguntan cómo Ramón Herrera Morales, con una formación completamente autodidacta, puede elaborar piezas tan bellas, con tanto simbolismo y prácticamente perfectas.

Su destreza con disímiles herramientas y un peculiar sentido artístico le han convertido en uno de los miembros de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas más laureados de la provincia de Sancti Spíritus. En poco tiempo ha acumulado varios premios en salones provinciales y nacionales. Sus piezas, presentadas en exposiciones personales y colectivas, constituyen una muestra del nivel alcanzado por los talladores de madera cubanos en los últimos años.


¿Cómo comenzaste a trabajar la madera?

Desde muy pequeño yo tenía por dentro el bichito del arte, y siempre estaba viendo delante de mí libros, bibliografía, lienzos. Un día me puse a trabajar un pedacito de cedro e hice la cabecita de un tótem. Después continué cuando estaba en el preuniversitario, poco a poco me fui cultivando y mientras más trabajaba la madera, más quería seguir. Se convirtió en un vicio.

¿Cuándo tienes la madera bruta delante ya tienes en mente todo lo que vas a hacer o dejas espacio a la improvisación?

Cuando pongo delante de mí un pedazo de madera trabajo con una idea preconcebida, pero esa idea en un momento determinado puede sufrir cambios. Suelo agregar o quitar elementos a la figura que tenía pensada. Por ejemplo, si de pronto descubro que el palo está hueco por dentro, ahí ya existe un problema, entonces tengo que cambiar la idea inicial y hacer de ese hueco una obra de arte.
Yo me abstraigo tanto en mi trabajo que a veces converso con la pieza que estoy elaborando. Consulto los libros, le pregunto a Rodin o a Miguel Ángel, y traslado sus ideas en el tiempo a través de la madera.

¿Cuáles son los temas que más te interesan?

Los bíblicos. Sus historias y personajes me llenan como artista, porque reúnen todo lo que deseo en cuanto a movimiento, desarrollo de la obra, estructura, capacidad de intelecto de trabajo, expresiones de los rostros, armonía, belleza, contexto y grandeza espiritual.

Sin embargo, hay una figura que has trabajo reiteradamente: el Quijote…

Tienes razón. Yo veo la figura del Quijote como la mayor humanización de cada persona. Este personaje de Cervantes se convirtió en leyenda y nunca va parar. Quijote perdurará porque en cada persona tenemos un Quijote dentro. En fin, todos somos caballeros andantes.

¿Cuán complejo puede ser el trabajo con la madera?

Cada palo tiene un color determinado, cada palo posee sus características y es interesante llegar a una conclusión en él. Al trabajar la madera no hay margen para el error. Lo que se rompa ya no tiene remedio y por una equivocación puedes perder una semana o un mes de trabajo. Si el personaje que haces sostiene con un pie todo el peso de su cuerpo y ese pie se rompe, ya no sirve el trabajo. Por eso creo que es difícil y a la vez fascinante el trabajo con la madera. Algunos la tienen como miscelánea. Yo no.

Dicen que cada pieza te deja extenuado…

Tallar agota el cuerpo y la mente. Cada obra requiere un estudio previo exhaustivo. Además, es un desafío desde que tomas un tronco para darle serrucho y cortas un bolo de 50 centímetros de diámetro, de jiquí o de caguairán, que son maderas muy duras. Al que no le guste, en ese mismo momento inicial suelta el serrucho y da la espalda. Y es que para ser tallador se requiere una gran voluntad y un deseo inmenso de trabajar la madera.

¿Qué principios rigen tu trabajo?

Yo imprimo toda mi energía para que mi trabajo sea esplendor, realidad, belleza y sea todo concepto.

Has obtenido varios premios en salones provinciales y nacionales. ¿Dominas ya los secretos de la talla en madera?

En lo absoluto. Estoy convencido de que puedo superarme más, por eso estudio cada día. Y seguir descubriendo los misterios de la madera es mi mayor anhelo. Porque yo no sé si en mi pasado fui imaginero de la talla en madera ni si en el futuro tallaré utilizando una computadora con rayos láser, pero estoy convencido de que seguiré siendo tallador de madera.

El Pintor de los tejados

El Pintor de los tejados La teja española, uno de los símbolos de la arquitectura colonial cubana, es el elemento principal de las metáforas del pintor espirituano Antonio Díaz Rodríguez. Pocos artistas han logrado captar con igual maestría los tonos y las luces que caracterizan a las ciudades nacidas tras el encuentro de culturas en las tierras de América.


Cada vez que empuña un pincel, Antonio Díaz deja su alma plasmada en el lienzo. Así ha ocurrido siempre, desde que el destino otorgara poderes a sus manos para eternizar a Sancti Spíritus, la ciudad que le vio nacer el 4 de septiembre de 1942.

Con lirismo nostálgico, utilizando a menudo los colores ocre y siena, el pintor apresa en sus telas el pasado y el presente de una de las villas fundadas por el Adelantado Diego Velázquez hace casi cinco siglos. La teja colonial española es el elemento principal de sus metáforas.

Antonio ha creado alrededor de MIL obras durante los últimos 40 años. Muchas de ellas han sido exhibidas en una decena de exposiciones personales e innumerables muestras colectivas. Sus cuadros se encuentran en lugares públicos o forman parte de colecciones privadas dentro y fuera del país. El pintor preside actualmente la filial de Artes Plásticas de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en la provincia de Sancti Spíritus.

¿Cuándo comenzó a pintar? ¿Cuáles fueron sus primeros motivos?

No puedo precisar cuándo empecé a pintar, pero sí estoy seguro de que era un niño. Entonces hacía copias de los muñes y los comics. Luego, al ir adentrándome en el mundo de la plástica, pinté la Iglesia Mayor, el Puente Yayabo, los motivos que siempre atraen a los principiantes en esta ciudad.

¿Cuándo comprendió que tenía aptitudes como artista y tomó en serio este trabajo?

Fue la gente la que me hizo comprender que tenía aptitudes, porque elogiaban mis cuadros. Yo siempre tomé en serio la pintura. Me atrevo a asegurar que el mismo esfuerzo que hacía al principio es el que estoy haciendo ahora.
Muchos afirman que su obra es una continuidad de la de Oscar Fernández Morera...

Todo artista tiene influencias. No reniego de la posibilidad de ser un continuador de la obra de Fernández Morera, uno de los pintores espirituanos que he admirado desde niño. Considero que hay similitud en cuanto a los temas tratados. Sin embargo, existe una gran diferencia en la forma de abordar esos temas.

¿Por qué continúa haciendo una pintura tradicional? ¿No es el paisaje un género agotado?

No lo creo. Todo aquel que sea sensible ante la naturaleza y ame la vida, también ama el paisaje, sea urbano o rural. Siempre trato de poner en los ojos de las personas lo que yo siento. Porque no pinto para mí mismo, sino para que otros disfruten la obra, para sensibilizar a la gente ante el mundo que le rodea.

¿Qué temáticas prefiere?

En los inicios me incliné por los temas urbanos. Después pinté marinas, que me gustan mucho, y desde hace más de diez años he tomado como leiv motiv la teja colonial española.

¿Por qué?

La teja es para mí un símbolo de la arquitectura colonial, y en particular, de mi ciudad natal: Sancti Spíritus. Además, es un elemento muy plástico, que ofrece muchas posibilidades al pintar. Cualquiera dice: “la teja es roja”, pero no es así. La teja es verde, amarilla, violeta, en dependencia del momento del día y de la luz que la ilumine.

El tejado colonial aparece en muchas obras de la plástica espirituana. ¿Por qué es usted el artista más reconocido por el tratamiento de ese tema?

Anteriormente nuestros artistas no trataban el tema de los tejados específicamente. Pintaban la ciudad, sus casas y, por supuesto, le ponían las tejas. En mis cuadros la idea consiste en dar la visión por medio de ellas. Pinto a menudo tejas añejosas, con moho, que me permiten reflejar la vetustez de la ciudad. Además trato de dar una óptica diferente, pues estoy mirando a Sancti Spíritus desde arriba. Otras veces hago un close up de la teja.

¿No le molesta que se le conozca popularmente como “el pintor de los tejados”?

Lo más difícil para un artista es encontrar un modo de expresión por el cual se le identifique. Hay quien se ha pasado años buscándolo. Yo, afortunadamente, lo encontré. Por eso he seguido cultivando esa temática, y si me llaman “el pintor de los tejados”, bienvenido sea. No me molesta. En lo más mínimo.

Sancti Spíritus es motivo perenne en sus obras. ¿Qué representa para usted su ciudad?

Para mí la ciudad es mi casa grande, un abrigo. Conozco cada calle, cada acera rota. A veces cierro los ojos, y por el olor reconozco en qué lugar estoy parado. La ciudad representa mi identidad como espirituano. Me atrae su arquitectura, su historia, la trova espirituana, todo lo relacionado con mis ancestros. Ese conjunto de cosas es lo que inconscientemente uno vuelca luego en un cuadro, y aunque no aparezcan en él Serafín Sánchez u otro de nuestros héroes y monumentos, uno sabe que están allí, a través de las tejas o de una esquina cualquiera.

Si la ciudad es protagonista de su obra, ¿por qué en sus telas casi nunca aparecen seres humanos?

Los cuadros por sí solos revelan la existencia de las personas. Debajo de los techos habita gente, y las antenas de televisión fueron puestas por alguien. Son detalles que evidencian el modo de vida de los habitantes de la ciudad.

Hoy muchas personas identifican a Sancti Spíritus por sus cuadros. Tal vez por eso sus coterráneos lo declararon “el pintor de la ciudad”. ¿Considera usted que lo es?

No lo creo. La gente es la que lo cree. No sé quien fue el primero que lo dijo, pero lo cierto es que ya es un sello. A veces estoy presente en actividades, me presentan como “el pintor de la ciudad” y no lo asocio conmigo. Pero si logro interiorizarlo, diría que es un motivo de orgullo, de satisfacción. ¿A qué más puedo aspirar como artista? No tengo tantos méritos para ello, pero como he tratado durante mucho tiempo la temática urbana, tal vez me haya ganado el título. Yo no lo pedí, ese cayó así, y no voy a renunciar a él.

¿Cuál considera que es hoy su papel como artista?

Aspiro a seguir creando, a hacer mejores cuadros, a realizar exposiciones. Esa es mi función como artista. Pero a la vez me interesa mucho la promoción cultural, porque pienso que la cultura es fundamental en un pueblo, y si puedo contribuir de alguna manera al desarrollo de la cultura de mi ciudad, de mi provincia, de mi país, no estoy trabajando en vano.

Después de tantos años de incesante trabajo, ¿cuál es su mayor sueño?

A través de las pinturas trato de legar a la posteridad lugares de mi ciudad. Pero también quiero dejar mi propia huella. Una de las cosas que más anhelo es tener una vida posterior a la actual a través de los cuadros. Que cuando pasen los años yo esté presente en una obra, como han logrado estar otros. Mejor o peor, no digo que la obra sea buena, sería una autosuficiencia, pero que la obra este allí. Que la gente diga: esto lo pintó Antonio.


Hijo del Barro

Hijo del Barro El prominente artista de la plástica Félix Madrigal revela sus motivaciones artísticas y los principios que rigen su labor como escultor, pintor y muralista. A Madrigal se le ha reconocido en los últimos años por las estatuas que inmortalizan a personajes populares de la ciudad de Sancti Spíritus.



Tiene en sus manos el poder de la eternidad. Cuando moldea el barro revive a aquellos personajes que hace muchos años dejaron de existir o le ofrece la inmortalidad a los seres de hoy.

Con persistencia e inusual destreza, Félix Madrigal Echemendía convierte su ciudad en una galería a cielo abierto. Cuando menos el transeúnte lo espera, encuentra en el camino sus estatuas de espirituanos queridos: Serapio, Francisquito, Fernández Morera, Teofilito, Miguel Companioni…

Pero Madrigal no es sólo escultor. También se le reconoce como pintor, ceramista, fotógrafo y muralista. Sus obras se han exhibido en numerosas exposiciones personales y colectivas. Tiene en su haber más de una veintena de premios y menciones en salones de Artes Plásticas. Piezas suyas permanecen emplazadas en distintas partes de Cuba, y se han comercializado en varios países de América y Europa.

¿Cuándo empezó a crear?

A pesar de que en mi familia nunca existió una persona con inclinaciones por el arte, sí tuve la posibilidad de que mi tío trabajaba en un tejar de alfarería donde se hacía material cerámico para la construcción. Yo recuerdo que estaba en la escuela primaria e iba a jugar con el barro. Así empecé a hacer mis primeras figuras, surgieron animales y luego empecé a trabajar la figura humana en una forma muy primitiva. También me destacaba haciendo dibujos y mis maestros me estimulaban. En la Casa de la Cultura de Sancti Spíritus tuve a Osvaldo Mursulí de profesor, y él fue quien me inclinó a hacer esculturas.

¿Cuánto de artista tenía dentro y qué le aportaron las escuelas?

Yo estaba convencido de que mi gran vocación era ser artista, pero fue en la Escuela de Arte Olga Alonso, de la provincia de Villa Clara, donde me puse en contacto con los maestros, me enseñaron la técnica, aprendí a dibujar del natural, a modelar con un rigor técnico y me puse en contacto con la historia del arte, que me fascinó, y aprendí a querer y a admirar a los grandes maestros de la cultura y el arte universales.

Usted hace esculturas monumentarias, murales, pinturas, fotografías, piezas de cerámica… ¿Qué motiva esa versatilidad?

Considero que un artista no debe ponerse frenos. Yo siempre he querido expresarme y para ello busco el soporte que me sea más idóneo. No tengo preferencias. Lo mismo trabajo el cemento, que el metal, la cerámica o me pongo a pintar. Cuando hago una escultura tras otra necesito tomar un aire y entonces me gusta pintar o hacer fotos.

¿A pesar de ser diferentes los soportes, que tiene en común toda su obra?

Cuando hago una estatua, me acojo al rigor de la figura tradicional, académica, y debo ceñirme a los patrones establecidos. Pero en las demás manifestaciones hay una constante en todo mi trabajo. Por ejemplo, la ciudad, la manera de hacer las personas, el color, la línea… Yo utilizo todos los elementos propios de la composición para repetirlos en mi obra. Siempre trato de utilizar los mismos códigos.

¿Qué distingue sus murales de otras propuestas?

Sancti Spíritus es conocida como “la ciudad de los murales” y una de las formas más peculiares de representarlos es utilizando los materiales cerámicos de la construcción. Yo también lo hago, pero los elaboro de una forma muy personal. Además, utilizo el recurso de la escultura. Mis murales no tienen sólo figuras planas; en ellos aparecen esculturas volumétricas, le incorporo retratos de figuras humanas, utilizo todo lo que creo que desde el punto de vista volumétrico me le da fuerza al mural.

¿Por qué se hizo escultor?

Cuando estudiaba comprobé que tenía más posibilidades de expresarme con el volumen que con el color. Se decía entonces que los escultores no ven color, sino volumen. Y era cierto. Las pinturas que hacía eran apagadas, mientras que el volumen lograba expresarlo con mayor rapidez.

Sin embargo, sus cuadros actuales con muy coloridos…

Puedo decir que al cabo de mucho tiempo de estar haciendo esculturas un día tomé un lienzo, pasé trabajo, me había endurecido, pero poco a poco fui logrando mezclar y matizar los colores y ahora sucede todo lo contrario, ahora pongo más colores de los que hay que poner. Dicen algunos que mis cuadros son muy tropicales, y es que ahora veo con mucha luz.

¿Por qué cultiva más la escultura?

Cuando uno coge un material inerte, por ejemplo el barro, un tronco de árbol, una piedra o un bloque de cemento, y lo transforma con sus criterios, herramientas y habilidades, y ese material va ganando nobleza, sensibilidad, yo me siento bien, me satisface mucho, porque ahí está la magia del artista, que es capaz de hacer creer que hay una superficie blanda, cuando se trata de bronce.

¿Cómo se prepara para hacer una escultura?

Analizo bien el personaje, su manera de ser, de actuar, sus fotos, incluso construyo su imagen con planos de luces y sombras. Paso semanas investigando y hasta que no tengo definida la psicología de la persona no empiezo a trabajar. Porque la escultura es expresión, actitud, forma. Si tú no haces una pieza que sea capaz de trasmitir un sentimiento humano, que sea capaz de conmover, a esa pieza le falta algo, que es la comunicación.

¿Qué sensaciones experimenta durante el proceso de creación de una escultura?

Cuando yo me encuentro frente al barro tengo la sensación de que voy a entablar una batalla. Es un desafío entre el material inerte y yo, y empiezo con fuerza tenaz a volcar todo el material contra una estructura. Luego replanteo la pieza, voy moviendo la arcilla de un lugar para otro, le pongo donde le falta y le quito donde le sobra. Ahí es cuando llega el juego, el entretenimiento. Después, si en algún momento planteo un elemento y no logro lo que busco, entonces me invade una angustia que no me deja a veces ni dormir. Pero siempre va a haber una solución, y ella aparece cuando menos lo esperas. Después, al darle los retoques a la pieza, pulirla y trabajar los detalles, entonces empiezo de nuevo a disfrutarla.

¿En qué medida sus esculturas son reflejo fiel de la realidad o son fruto de su imaginación?

No todo lo que está en el modelo yo lo plasmo en la escultura y a veces pongo cosas que no existen realmente. He allí donde está el factor hombre-artista. La escultura en sí nunca va a ser un hombre por muy semejante que tú la hagas. Eso sí, la escultura es extraída de la realidad y la realidad, la naturaleza, se podrá imitar, pero nunca se podrá superar.

¿Por qué decidió hacer esculturas de personajes populares de Sancti Spíritus?

Vivir en Sancti Spíritus es un privilegio para mí. Vivo enamorado de la ciudad, de su arquitectura, sus lugares y, sobre todo, sus personas sencillas que han forjado una cultura y permanecen en la memoria colectiva. Yo quise inmortalizar de una manera más palpable esos hombres humildes, de pueblo, muy queridos, como Francisquito y músicos reconocidos como Gerando Echemendía (Serapio), Miguel Companioni y Teofilito. La gente ha apoyado mi proyecto, lo ha acogido con entusiasmo y cada día doy nuevos pasos en ese anhelo de que el centro de mi ciudad se convierta en una verdadera galería a cielo abierto.

¿Es, entonces, un artista realizado?

Me he mantenido durante tres décadas con trabajo, encargos, y siempre hay alguien que se interesa por mi obra. Me enorgullece haberme mantenido tanto tiempo con tanto trabajo. Pero quiero seguir creando, experimentar con otros materiales, conocer otros métodos. Así que me siento contento, pero estoy resuelto a seguir desafiando el futuro.